Gentuza amante. Libre Cárcel


“Ama libremente y serás libre” Retumbaba en su cabeza el slogan de cartelería. Redibujaba las sonrisas de la fotografía mientras le daba su asiento a la señora gorda.
No le molestaba la señora; le molestaba el martes, la cara seria del chofer, que venía cómoda leyendo y tuvo que parar porque ese cártel en su ventana, lleno de ostentosas luces, la sacó de su libro “Gentuza”  estampándola en el colectivo, en la mundana sociedad y en  la señora gorda, y  guardar el  libro y el chofer y la parejita del fondo…
Y ese cartel. Estúpido cartel.
Trillada estaba la cosa: -que somos libres, que hace lo que sientas, lo que te pinte…¡Qué sé yo!  
Como que se divulga, se repite y reitera… la sociedad aturde
 con eso: “Ama libremente y  serás libre”
Balbuceaba la frase y su cabeza respondía: - ¿Libertad? ¿Qué carajo es eso? ¿Amar?-  Se vió obligada a sonreírle  al patán que amanece al lado suyo -¿Eso es libertad? - Respetando  lo que le molesta de éste, porque lo ama libremente.
-¿Qué amo? Se preguntaba. Y otra vez, la risa tonta de la novia adolescente, la señora gorda, el chofer. El cartel. Sociedad inanimada que mastica versos sin sentir sabores –gentuza- se dijo, y escapó su irónica sonrisa.
Lo que le molestaba tanto del cartel, no eran las falsas sonrisas, la señora o el chofer. Era eso: el límite. Calcular la cantidad de amor en relación a la libertad. Que ese cartel la determine a amar de una manera obligadamente libre, condicionando con un límite a la libertad.
 Que amar determine la mirada, se privatice en el compromiso. Amar más el compromiso que la persona…
Una frenada torpe del colectivo llevó el pasajero de al lado encima suyo. Lo miro con entrecejo y reincorporándose llevando la mirada mas allá de la ventana, decidió amar porque sí. Lo decidió casi como un juramento, como una promesa a su propia noción de libertad. Consideró que (tal vez) la poligamia sea esa libertad de amar. Sea  cruzar el límite - Amar sin sentirme dueña de ése que es “Mi novio”
 mi novio – dijo remarcando el Mi. Tocó timbre del micro y con paso seguro, descendió e ingresó al edificio  de la esquina. Sacó el llavero de él y con la rutina de siempre, ingreso al departamento.
Inmersa en sus ideas, dejo la campera sobre la mesa, se saco los zapatos mientras caminaba soltándose el pelo, decidida en todo esto.  Llegando al pasillo, pudo notar que Juani ya estaba ahí. No pensó que era Martes, que él tenía fútbol y  se verían luego de la cena. Sólo caminó por el pasillo, remarcando en  susurros la seguridad de sus palabras: “Amor, quiero que tengamos una relación libre, abierta…” mientras su mano cedía por la puerta de la habitación asomó su cabeza. Un par de tetas dejaron atrás sus palabras. Su amiga Melly  peleaba en prenderse la blusa que el viernes le presto para ir a a ese bar con Juani, escondía su vergüenza, se prendia la pollerita, mientras levantaba los zapatos. Él, desde la cama, medio sentando, medio tapándose con la almohada, la miraba. La miraba sin emitir palabras, sin vergüenza, sin tapaduras. La miraba libremente, con un expreso: -Sory amor, se dio así- Tan típico de él, tan puro en sus reacciones.
Atonita, su corazon dio un freno, y todos sus conceptos de “Amor libre” concluyeron en un solo grito: “¡Pedazo de Basura!”.

Este dibujito no es mio, lo saque de la internet. 

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