El Guardaparques.

A suficientes kilómetros del centro de algún pueblo lejano ( Entiéndase por suficiente  a la protección de un suelo, un ciclo, una etapa, una era, el aislamiento para volver esos suficientes kilómetros al pueblo en caso de emergencia o la distancia de 3 meses incomunicados en invierno) Un Consiente se despierta más temprano que el Sol. Ganándole a los pájaros del alba, para llegar a la guardia antes que amanezca y tomarles asistencia. Llega a una oficina, donde un zorro picarón se escapa por la ventana luego de un festín nocturno. Un mate amargo, cuando no es un dulce con aroma a yuyito del monte cebado por algún guía lugareño, da inicio a esta jornada. Una jornada donde se es recepcionista de turistas y vecinos, estudiante de idiomas, practicante e investigador de biología, política, geología, náutica, hábitos y cantos de aves, pájaros (ah porque no es lo mismo), gallináceas, reptiles, bichos y razas todas; en búsqueda de las historias, orígenes y densidades de población. Son Físicos, diseñadores, carpinteros, senderistas, personal de mantenimiento, mecánicos, paramédicos, gendarmes de la naturaleza, personal de control de rutas ante forajidos cazadores incoherentes, campamentistas, enduristas, caminantes conectados con el suelo que habitan. Lugar en donde por cuatro años dejarán su corazón, cansancio, conocimiento y capacidad selectiva (es un rubro en el que todo te tiene que gustar) al cuidado y defensa de un Parque Nacional, Provincial o un sector de reserva. Donde La principal lucha es contra su misma especie, desde el abandono, la precariedad y sin el merecido reconocimiento. Concluye su jornada, para atravesar un campo y besar a los suyos que lo esperan para almorzar en deshoras y salir otra vez a ese terreno de aventuras, que normalmente es su "oficina a cielo abierto", a jugar con los suyos.

Dejando en manos del destino, la política y la distancia a los amigos, sobrinos, cuñados, abuelas sin nietos e hijos con más kilómetros que escuela; cultivan su conocimiento al servicio de algo más: proteger y conocer su entorno, desde el rastro arqueológico del más antiguo indicio de su especie, hasta el conteo y control del exótico que acecha contra algún autóctono desesperado; fortaleciendo los lazos de una familia donde pareja e hijos, viven en constante desarraigo y adaptación con una Pacha que se vuelve abuela y compañera.


El guardaparques es un ser que está al servicio de la sociedad, la flora y fauna, el turismo, el afectado, la Tierra Madre y su familia. Es un Alma llena de sabiduría y humildad con un solo objetivo: amar. Amar en ese sentido en el que se sacrifican reuniones familiares, descansos, rutinas y costumbres sociales, ruido, ciudad y festivales, por (y para) una Pacha que abraza, engrandece y agradece.


En lo personal puedo decirles que para mí son maestros: con ejemplo me enseñan a amar, compartir, estudiar, caminar con respeto, reconocer que lo nuestro es ajeno, cultivar mi ser, engrandecer y fortalecer con la distancia. Soltar y dejar seguir.


Gracias a mi cuñado y las personas hermosas que conozco cada vez que estoy cerca. Se agradece por cielos estrellados y mares con delfines. Por mostrarme el mundo al descubierto y el amor sin pretextos.


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