La escoba atrás de la puerta


No quiero que te corras, no quiero que termine tu visita, no quiero que te barras (vayas era?) de mi rutina.
Que mi advertencia, la escoba atrás de la puerta, es un signo de exclamación que te ruega más acción.
Que invitarte a irte, esconde las ganas de escucharte: ME QUIERO QUEDAR, NO ME VOY.
Pero esperar de otros y hacer pruebas rebuscadas, trae las verdades de los brazos cansados, desconfiados, cómodos que no quieren luchar para abrazar.
Directamente, se levantan y se van. Sin cuestionar.
Sin saber que  decirte: no quiero que estés más acá, era por el ruido de mis miedos. Miedo a retenerte, miedo a quitarte la libertad de estar Acá. El no saber expresar que mi prueba era tu deseo de elegirme en libertad.
No supiste callar mis miedos con un beso oportuno.
No supiste  comunicarme lo que Si sentís.
Porque yo creo que podes sorprenderme, que podes callarme y enseñarme que todavía podemos aprender, vos de mi y yo de vos.
Que Asentimentado, no es un diagnóstico ni una causa real, que la cuestión es la mudez en los actos, una falta de organización en las prioridades, que me gustaría que logres verlo, que sea así, y no que te hagas a un costado empujándome, invitándome a irme. Apretujame y obligame a bancarte hasta que aprendas y te acomodes, dame calma con un sí.
Que no termines dando un paso al costado, por estar muy cargado,
que no necesites descargarte de mi, si no, descargarte en mi.
Que a pesar de todo, la alegría es mi fuerte.
Y tu abandono mi crecimiento.
El orgullo de los necios, el juego de los egos.




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